La verdad completa

ElAvance | 11 junio 2025

La reciente publicación de Vatican News sobre la situación de los migrantes haitianos en República Dominicana ha generado un justo revuelo. No porque el tema migratorio no deba ser abordado, sino porque es el claro ejemplo de cuando una información es contada a medias, incompleta y desconectada de los múltiples matices que envuelven esta compleja relación entre dos naciones que comparten una isla, muchas historias y muchas diferencias; además, de que dicha “noticia” haya sido publicada por el principal medio del Vaticano.

Una realidad imposible de negar es que ha sido la República Dominicana la primera mano de ayuda en las múltiples crisis que ha atravesado el país haitiano. Cuando el devastador terremoto de 2010 redujo a escombros a Puerto Príncipe, fue el pueblo dominicano el primero en tender la mano, hospitales abiertos, medicamentos, rescates, donaciones públicas y privadas. Además, el mercado binacional entre ambas naciones permite un comercio importante para los dominicanos y haitianos que en el convergen.

Como cualquier país democrático del mundo, República Dominicana tiene el derecho, y la responsabilidad, de establecer sus políticas migratorias, proteger sus fronteras y exigir el cumplimiento de sus leyes. Esto no  debe de ser visto erróneamente como un acto de xenofobia ni persecución, sino al ejercicio legítimo de soberanía. Aquellos que ingresan de forma irregular, sin documentos o violando la ley, deben responder ante las autoridades, como lo harían en cualquier otro país del mundo.

En tiempos donde la desinformación es uno de los grandes retos que enfrenta la humanidad, es crucial que los medios, especialmente los institucionales, como el del Vaticano, asuman su deber con objetividad y responsabilidad. Omitir el contexto y no mostrar la historia completa puede dañar injustamente la imagen de un país que ha hecho más por Haití que cualquier otro. República Dominicana ha sido históricamente aliada del Vaticano; por tal razón, este momento exige mesura, verdad y, sobre todo, justicia narrativa. Porque también hay una verdad dominicana que merece ser contada.