Respeto a los Monumentos

Por la representación y simbología histórica que suelen implicar, los monumentos son espacios que deben estar rodeados de cierta solemnidad. No se trata de restringir su uso únicamente al silencio o la contemplación, sino de promover un equilibrio donde la recreación no atente contra el respeto que estos lugares merecen. Visitar un monumento puede ser una experiencia enriquecedora, incluso divertida, pero nunca debe convertirse en una excusa para el desorden o la irresponsabilidad.

Es perfectamente válido que algunas personas elijan estos espacios para actividades sociales y recreativas. Lo que se exige —o mejor dicho, lo que debería ser natural— es que al hacerlo se guarden ciertas formas: evitar el consumo excesivo de alcohol, no incurrir en actos violentos o escandalosos, y sobre todo, dejar el lugar limpio y en las mismas condiciones en que fue encontrado.

Este recordatorio surge a raíz de un lamentable incidente ocurrido recientemente en los alrededores del Monumento a los Héroes de la Restauración, en Santiago de los Caballeros. Un grupo de jóvenes, en evidente estado de embriaguez, no encontró mejor forma de cerrar su reunión que explotando las botellas de alcohol consumidas y dejando esparcidos los vidrios rotos sobre el suelo. Este acto no solo representa una falta de civismo, sino también una bofetada simbólica a la memoria de los próceres que ese monumento honra.

Lo ocurrido envía señales preocupantes. La primera: estamos fallando en formar ciudadanos conscientes del valor histórico y cultural que nos rodea. La segunda: la vigilancia en espacios patrimoniales sigue siendo insuficiente, facilitando que se repitan este tipo de comportamientos.

Es urgente reforzar desde la educación formal y la comunicación pública el amor por nuestros monumentos, estatuas y cualquier otro símbolo de nuestra historia.

Cuidar de nuestros monumentos no es solo una muestra de respeto por el pasado, es también una declaración de principios sobre el tipo de sociedad que aspiramos a construir. Una donde la memoria se honra, el civismo se practica y el orgullo por lo nuestro se traduce en acciones concretas.