La siguiente generación de políticos

La naturaleza ha sido siempre una maestra silenciosa. Desde que el mundo es mundo, todas las especies han comprendido un principio esencial, de que la supervivencia depende de proteger a la hembra y a las crías, de garantizar que la próxima generación esté lista para enfrentar los desafíos del entorno. Sin esa continuidad, ninguna especie prospera. Sin embargo, en la fauna política dominicana, este instinto básico se olvida o parece haberse extraviado. Muchos han preferido eternizarse como “el líder del grupo”, aferrándose a posiciones y relevancia, aunque eso implique asfixiar el relevo natural que toda sociedad necesita.

La política como herramienta debe ser un espacio de renovación constante. Ideas nuevas, energías frescas, mentalidades actualizadas y liderazgos capaces de interpretar un país y un mundo que cambian aceleradamente. Ese bloqueo generacional no solo frena el avance político, sino que afecta de manera directa el desarrollo democrático del país. Una nación sin relevo es una nación anclada, repetitiva y vulnerable.

Le toca a la ciudadanía observar con atención a quienes nunca permiten que otros crezcan, a quienes ven a los jóvenes como competidores y no como continuidad. Ninguna sociedad puede aspirar al progreso si no cultiva, protege y empodera a las generaciones que vienen detrás. La política dominicana necesita romper con la lógica del caudillo permanente y abrir espacio a un liderazgo que se renueve, que evolucione, que piense más en el país que en su propia permanencia. Porque el futuro, querámoslo o no, siempre pertenecerá a los que vienen después.