La Selva de Cemento

Nuestras calles se han convertido en una selva donde la ley del más fuerte es la que guía las acciones y las víctimas siempre son los más vulnerables. En esta selva los conductores que ignoran semáforos, motociclistas que zigzaguean entre vehículos sin casco ni respeto por la vida, choferes de transporte público que creen que la vía les pertenece, y los peatones obligados a jugarse la vida para cruzar una calle. La imprudencia al volante en este país dejó de ser una irresponsabilidad, para pasar a convertirse en un crimen cotidiano que sigue quedando impune.

El problema no es la falta de leyes, sino la absoluta ausencia de autoridad y fiscalización. Las normativas de tránsito existen, pero ¿de qué sirven si nadie las hace cumplir? ¿Cuántos más deben morir antes de que las autoridades dejen de mirar hacia otro lado? La Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT) debe asumir su rol con puño de hierro y poner un alto a este desorden.

Las multas deben aplicarse sin excepciones, las licencias deben ser retiradas a reincidentes y los operativos de control no pueden ser simbólicos y cada cierto tiempo solo para crear una percepción.

Es indignante que en este país manejar con responsabilidad sea la excepción y no la norma. Salir a las calles se ha convertido en la tarea más peligrosa de todas, en las los inocentes pagan con su vida. Dios nos agarre confesados a diario.