Animales y asesinos al volante

ElAvance | 07 marzo 2025

Somos un país competitivo, siempre intentando ser los mejores en lo que nos proponemos. Sin embargo, dentro de esta misma cultura ostentamos un título vergonzoso: la República Dominicana tiene la mayor tasa de accidentes de tránsito del mundo, con 65 muertos por cada 100,000 habitantes. La imprudencia de desobedecer las leyes de tránsito, manejar bajo los efectos del alcohol y las drogas, y la falta de consecuencias reales han costado la vida de miles de inocentes.

Nuestra legislación protege más al infractor que a las víctimas. La Ley de Tránsito 63-17 establece una pena máxima de apenas dos años de prisión, incluso cuando hay agravantes. ¿Cómo es posible que un homicidio causado por negligencia, irresponsabilidad o intoxicación se penalice con una sanción tan ridícula? Esta laxitud legal no solo es una burla para las familias de las víctimas, sino que también perpetúa la impunidad y el caos en nuestras calles.

Los “honorables” congresistas, que tanto alardean sobre mejorar la legislación, deben revisar y modificar esta ley. Conducir ebrio debe ser considerado un acto criminal, y aquellos que, por su imprudencia, arrebatan vidas en las vías públicas deben ser catalogados como lo que son: asesinos. El tránsito se ha convertido en una de las mayores crisis de nuestra sociedad. Es momento de endurecer las sanciones y, más importante aún, aplicar la ley de manera estricta y sin excepciones.