Alerta Amber: 911

ElAvance | 03 abril 2025

La desaparición de Roldanis Calderón, un niño de tres años perdido en las montañas de Jarabacoa desde el 30 de marzo de 2025, es un recordatorio desgarrador de la vulnerabilidad de nuestros menores y de la impotencia que enfrentan las familias dominicanas ante la ausencia de un sistema eficiente de respuesta.

Más de 2,000 personas han desaparecido en el país en los últimos cuatro años, muchas de ellas niños y personas vulnerables, y aún así seguimos sin un mecanismo como la Alerta Amber que permita actuar con rapidez y coordinación.

Cada hora que pasa sin encontrar a Roldanis, cada día que una madre como Carolina Vargas clama por su hijo, evidencia una deuda histórica del Estado con su pueblo: la protección de los más indefensos no puede seguir siendo una promesa vacía.

El proyecto de Ley Alerta Amber, estancado en el Congreso Nacional pese a años de lucha de familias y activistas, no es un lujo, sino una necesidad imperiosa.

En países donde este sistema opera, como Estados Unidos o México, ha salvado vidas al movilizar a la sociedad y las instituciones en cuestión de minutos tras una desaparición. En la República Dominicana, en cambio, dependemos de esfuerzos improvisados: drones del 9-1-1, voluntarios agotados y redes sociales que, aunque valiosas, no sustituyen la eficacia de un protocolo nacional.

La lentitud legislativa y la falta de recursos han convertido cada caso en una carrera contra el tiempo que, con demasiada frecuencia, termina en silencio y lágrimas. No podemos darnos el lujo de seguir esperando; la aprobación de esta ley debe ser una prioridad absoluta.

Es hora de que los legisladores escuchen el clamor de un pueblo que no soporta más pérdidas. La tragedia de Roldanis y de tantos otros no debe ser en vano: su ausencia debe convertirse en el impulso final para que la Alerta Amber sea una realidad en nuestra tierra.

Exigimos a la Cámara de Diputados y al Senado que actúen con la urgencia que el dolor de estas familias merece, aprobando e implementando este sistema sin más demoras.

Porque cada niño desaparecido es una herida abierta en el corazón de la nación, y porque salvar una vida no admite excusas ni aplazamientos. La República Dominicana no puede seguir viviendo sin esta herramienta vital; el tiempo de actuar es ahora.