Diciembre

La llegada de diciembre es el momento en que todos cerramos el año calendario, muchos pasamos listas de los logros, derrotas y retos pendientes de los pasados 365 días. Pero, también es un momento para hacer una pausa y reflexionar; en un país donde la prisa se ha vuelto costumbre, donde el éxito se mide por lo que se tiene y no por lo que se es, este mes nos ofrece una oportunidad que pocas veces aprovechamos, la de detenernos, respirar y recuperar lo esencial. Diciembre invita a mirar hacia adentro y preguntarnos si la velocidad con la que vivimos nos acerca a la plenitud o nos aleja de ella.

Los dominicanos solemos asociar estas fechas con fiestas, cenas y compras, pero quizás este año debamos cambiar el enfoque. La verdadera riqueza no está en los regalos envueltos ni en los planes llenos de excesos, sino en la capacidad de reconectar con los afectos, la serenidad y los valores que sostienen la convivencia. Necesitamos dejar atrás el individualismo que tantas veces nos distancia, la competencia vacía que nos agota, esa búsqueda constante de lo inmediato que termina dejándonos con las manos llenas y el corazón vacío. La Navidad es, o debería ser, un tiempo de reconstrucción interior.

Este diciembre puede ser diferente si elegimos que lo sea. Podemos convertirlo en un espacio para restaurar vínculos, cultivar gratitud y reencontrarnos con la paz que hemos perdido entre el ruido cotidiano. El país necesita ciudadanos más conscientes, más empáticos, más dispuestos a construir que a dividir. Y ese cambio empieza en el interior de cada uno.