El peligro de los extremos

ElAvance | 12 septiembre 2025

La historia de la humanidad ha estado llena de colapsos sociales que no siempre han sido provocados por crisis económicas o catástrofes naturales, sino por las extremas diferencias de ideales al interior de las sociedades. Cuando no existe la comprensión ni el debate de ideas como norma, y la violencia se convierte en la llave para callar o imponerse en un enfrentamiento cívico, la sociedad entra en un camino de ruptura y caos. La intolerancia genera odio, el odio se transforma en violencia, y esta termina germinando en el tejido social, debilitando tanto las instituciones como la convivencia misma.

El problema del extremismo se ha presentado en lo religioso, con ejemplos de sobra, y en lo político, basta con mirar un poco al norte de la isla. Pero también se manifiesta en cualquier espacio donde el individualismo, la cerrazón y la victimización han reemplazado la empatía y la razón. En esta era, quien piensa distinto se convierte en enemigo, y toda acción, por violenta que sea, se justifica en nombre de “un bien superior”. Como dijo G. K. Chesterton, “Llegará el día en que será preciso desenvainar una espada para afirmar que el pasto es verde”.

El resultado es una sociedad cada vez más fragmentada y proclive a la violencia, un peligro global amplificado por el alcance de las plataformas digitales. Debemos promover la educación en valores, el pensamiento crítico y el respeto a la diversidad. Gobiernos, medios de comunicación, escuelas, iglesias y ciudadanía tienen la responsabilidad de construir y sostener una cultura de diálogo y tolerancia. Frenar el extremismo no es un lujo, sino una necesidad vital para preservar la paz, fortalecer la democracia y garantizar el desarrollo futuro de nuestras sociedades.