¿Y si fuera así?

ElAvance | 21 mayo 2025

Por Orlando Jorge Villegas

​Hace un año justamente, el PRM y aliados coronaron las elecciones presidenciales y congresuales. La boleta encabezada en el nivel presidencial por el presidente Luis Abinader, en busca de su reelección, logró una cómoda victoria frente a sus contrincantes. Pero esa noche del 19 de mayo del 2024, más que una celebración, trazó una línea de Pizarro que modificó el accionar político del país: el recién reelecto mandatario anunció que no buscaría nuevamente un período presidencial. 

Claro, parecía algo obvio, tomando en cuenta que la Constitución se lo prohíbe. No obstante, por primera vez, un Presidente, y en este caso uno con una legitimidad particular y un poder acumulado como pocos, se “ponía alante” y dejaba claro que no jugaría con la institucionalidad del país por ambiciones personales. 

El clamor presidencial de Luis Abinader donde anunciaba el cierre de su ciclo luego del período 2024-2028, pareció un tiro de salva para iniciar la carrera (extemporánea a juicio de muchos) de las elecciones del 2028. Apenas unos días después, ya el Presidente convocaba a los “presidenciables” del PRM, para trazar ciertas reglas de juego la precampaña interna. 

Una transición un poco bizarra y un inicio del segundo período un poco traumático por la presentación de una reforma fiscal, demostraron que los leales al presidente Abinader no eran todos los que decían “señor señor”. Pero lo más llamativo es que una parte de la sociedad dominicana adjudicó algunas de las crisis enfrentadas por el gobierno al “anuncio a destiempo” del mandatario de que se retiraba del ámbito electoral para el 2028. 

Ese tipo de afirmaciones no dejaba de sorprenderme, pues, en primer lugar, ¿no establece la Constitución que son dos períodos y nunca más? ¿Necesita el país un mesías para que las cosas funcionen o un gerente y hombre de Estado? ¿Por qué una parte importante del país, incluyendo grupos y personalidades de la élite, no reconocían el desprendimiento del presidente Abinader, sino más bien entendían que cometía un error político?

Quien analiza la conducta de Luis Abinader al frente del Poder Ejecutivo, percibe que existe un patrón del mandatario a ser disruptivo en muchas de sus decisiones políticas. Promover un Ministerio Público independiente; auditar y hasta cancelar funcionarios por rumores de corrupción, incluyendo algunos muy cercanos a él; no censurar a medios y comunicadores que propagan desinformación, extorsión y chantaje; colocarle un candado a la Constitución para evitar un propio intento de reelección; compartir con ex mandatarios decisiones de Estado, entre otras. 

Esto me lleva a pensar que cuando el Presidente anunció hace un año que no buscaría más nunca una reelección, no lo hacía fruto de la emoción ni del ego por buscar ser más papista que el Papa. Más bien, creo que Luis Abinader conoce la historia del PRD-PRM, y al analizar las transiciones o intentos de sucederse entre gobiernos del mismo partido, se percató que para lograr mantenerse en el poder los tiempos no eran los que establece el calendario electoral.

Me explico: si analizamos por qué el PRD pudo mantenerse en el gobierno ocho años del 1978 al 1986, podemos ver que tanto Antonio Guzmán como Salvador Jorge Blanco fueron dos productos electorales que maduraron con tiempo. No fueron inventos de último minuto ni frutos de convenciones traumáticas que propiciaron la división del partido. Lo contrario ocurrió en el 1986, donde las luchas internas contribuyeron (en parte) a la derrota de la organización política. La batalla campal de Majluta y Peña escaló a niveles desproporcionales, principalmente en los meses previos a las elecciones generales. 

Para la reelección del presidente Mejía en el 2004, las heridas profundas dejadas entre los aspirantes internos del PRD, fueron imposibles de sanar antes del proceso electoral. No hubo tiempo, y quizás intención de algunos de los actores. El resto es historia. 

Para el 2012, Luis Abinader fue testigo de primera mano de cómo de tener unas elecciones en la mano, el PRD las perdió por esas mismas luchas, que fueron profundizándose a medida que avanzaba el calendario electoral. 

Gracias a Dios, la historia del PRM fue diferente, en gran parte. Sin embargo, las circunstancias del 2016, 2020 y 2024 no son las mismas del 2028, pues el PRM, similar al PRD, está compuesto por islas del poder. Hay mucho talento y capacidad en los diferentes proyectos presidenciales, así como en otros liderazgos. Esa también fue una virtud del partido viejo. El riesgo es el otro, lo que le evitó varias victorias: el maldito germen de la división, producto de los egos; las emociones caldeadas; y la falta de vocación de poder.

No olvidemos que el PLD se desmoronó en una convención que los dividió, en octubre del 2019.

Quizás, con esa perspectiva histórica, el Presidente dio el tiro de salva en un momento diferente al que otros mandatarios reelectos lo han hecho. Aunque los presidenciables dividan el protagonismo de los temas gubernamentales, con 3 años y varios meses de mandato, y prácticamente con un escenario donde gravitan “todos los que son, y todos los que están”, Luis Abinader puede preparar una transición sin traumas, con un candidato que unifique al partido, que cuente con su bendición, y con tiempo para sanar cualquier herida. Es una visión disruptiva. 

Por eso me pregunto: ¿y si fuera así?





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