¿Quién tiene el poder en los medios de comunicación?

ElAvance | 13 julio 2025

Carlos Pérez Tejada

Desde la aparición del primer medio de comunicación, los dueños, directores y editores de medios fueron los grandes curadores de las agendas periodísticas y de opinión. Cada uno de estos determinaba qué noticias se publicaban, cuáles destacar en portada y qué temas debían ser debatidos por la opinión pública. Eran ellos quienes, con sus sesgos y agendas, influenciaban directamente el contenido informativo. Sin embargo, en pleno 2025, en una era digital, ya no tienen el poder del que antes gozaban, sino que son las grandes corporaciones tecnológicas las que tienen la decisión final.

En esta era digital, en la que vivimos conectados a nuestros dispositivos móviles, el poder de decidir qué vemos, leemos o compartimos está en manos de una estructura invisible pero omnipresente: los algoritmos de las grandes plataformas digitales como Meta, X y Google, principalmente. Estos sistemas, alimentados por inteligencia artificial, recolectan todos nuestros hábitos, tiempos de lectura, interacciones, y qué nos causa emociones; y, en base a estos datos, calculan qué contenidos hacen que pasemos más tiempo frente a las pantallas y en nuestras plataformas favoritas.

Estudios y reportes realizados por la misma Meta han demostrado que Facebook prioriza las publicaciones con las que más interactuamos: aquellas que generan comentarios, son compartidas y provocan reacciones. Sin importar si estos contenidos son relevantes, edificantes o verdaderos. En este escenario, los contenidos sensacionalistas, conspirativos y extremos tienden a circular más ampliamente en las redes que aquellos reportajes rigurosos o de debates complejos.

Lo preocupante, y peligroso, no tiene que ver con la eficiencia con la que operan estos sistemas, sino con la falta de criterio editorial y ético. Los algoritmos no distinguen entre información útil y la basura digital que circula en redes; no están entrenados para educar ni informar, sino para maximizar el tiempo que permanecemos en las plataformas.

La difícil realidad de los medios de comunicación es que tienen que “jugar el juego” de los algoritmos para poder llegar a sus audiencias. La creación de contenido “que funciona bien para el algoritmo” se ha convertido en una necesidad.

Mientras tanto, la curaduría de las informaciones ya no depende solamente del criterio de un editor, sino de un sistema programado que responde a los intereses de las grandes empresas tecnológicas. Y aunque las plataformas se han defendido argumentando que no crean el contenido, lo cierto es que deciden cuál vive y cuál muere en el océano digital.

Otro gran dilema con el que tenemos que vivir, y que es igualmente dañino, es la fragmentación de la verdad. Como los algoritmos alimentan el contenido que visualiza cada usuario, terminan mostrando solo ciertas informaciones, creando así burbujas de información basadas en nuestras ideas y búsquedas. Es decir, un mundo basado en lo que creemos. Esto debilita la conversación pública, el debate plural y el consenso social.

Preocupa que la mayoría de los usuarios no sean conscientes de este fenómeno y crean estar informados, cuando simplemente reciben información de acuerdo con sus realidades o a los intereses del algoritmo.

Si se preguntan cómo podemos enfrentar esta realidad, la respuesta es ser críticos con las informaciones que consumimos y tener esa pizca de curiosidad por investigar en fuentes oficiales y seguras los temas que queramos nutrirnos. Por otro lado, los medios debemos resistirnos a la tentación de sacrificar el periodismo en nombre del algoritmo, continuar dando las noticias como son, educar con nuestros escritos y evitar el sensacionalismo que buscan estos algoritmos. En fin, ser constructivos.