Las Reglas Deben Ser Justas Para Todos

ElAvance | 16 febrero 2025

Por Vianmarie Santana P.

Haití y la verdad sobre la migración haitiana

Como ocurre con muchas migraciones en el mundo, la migración haitiana no es casualidad ni un simple flujo natural cuando llega al punto en que se encuentra hoy. Analicemos algunos ejemplos globales para contextualizar esta situación.

En España, durante 2023, más de 60,000 inmigrantes ilegales llegaron al país, de los cuales el 70% ingresó por las Islas Canarias. Este archipiélago se encuentra al borde de un colapso humanitario. Las autoridades han improvisado instalaciones para atención primaria y trasladan a los migrantes a centros de acogida con acceso restringido a la prensa, financiados por ONG. Incluso, se enseña español a los migrantes, y familias voluntarias se ofrecen para acoger a los niños.

Por otro lado, en Francia, la tensión social ha alcanzado niveles críticos, con rumores de una posible guerra civil bajo el pretexto de la escasez de mano de obra. Mientras tanto, en Estados Unidos, durante la administración Biden, la política de fronteras abiertas intensificó la crisis migratoria. Bajo la supervisión de Kamala Harris, el problema escaló al punto de que embarcaciones con migrantes comenzaron a ingresar por las costas californianas, algo anteriormente poco frecuente. Al solicitar asilo, los migrantes eran liberados en las ciudades, lo que ocasionó tensiones en lugares como San Diego, donde los arrestos y la violencia se volvieron crecientes. Sin embargo, con la toma de posesión de Donald Trump el 20 de enero de 2025, se esperan cambios drásticos en las políticas migratorias. Trump ha declarado que planea reforzar las fronteras, implementar deportaciones rápidas y aumentar los controles en los puntos de entrada, medidas que podrían marcar un giro significativo en la gestión migratoria estadounidense.

En la República Dominicana, la situación es particularmente preocupante. La desestabilización de Haití, producto de la violencia y el dominio de bandas armadas, ha generado un flujo migratorio sin control hacia nuestro territorio. Muchos de los haitianos que cruzan no cuentan siquiera con documentación. Esto plantea preguntas importantes: ¿Por qué los países africanos no logran establecer estados funcionales para la vida de sus ciudadanos? ¿Por qué deben salir en masa hacia Europa? De igual modo, ¿por qué Haití obliga a sus nacionales a buscar refugio en otros países, especialmente en la República Dominicana?

Haití es el octavo país más pobre del mundo, y la presión internacional para que aceptemos esta problemática es inmensa. Sin embargo, aunque muchos dominicanos y extranjeros nacionalizados abogan por los derechos humanos de los haitianos, hacerlo sin considerar el impacto sobre nuestra estabilidad es irresponsable.

¿Qué nos cuesta la migración haitiana?

Hoy día, más de cinco millones de haitianos viven en suelo dominicano, de los cuales cuatro millones están en situación ilegal. Esto sobrecarga nuestros hospitales, escuelas y plazas laborales. Mujeres embarazadas dominicanas carecen de atención médica adecuada debido a la saturación del sistema de salud, y nuestros niños enfrentan mayores dificultades para acceder a una educación de calidad. Además, la incorporación de una población traumatizada por condiciones extremas plantea también un desafío para la salud mental de nuestra sociedad.

La realidad es que los haitianos nos cuestan 40,000 millones de pesos anuales, y la comunidad internacional parece interesada en mantener a Haití en una situación de inestabilidad crónica. Esto, a su vez, nos empuja a actuar como "padres" en lugar de como "hermanos" de Haití. La presencia de tropas de Kenya y Jamaica, así como los discursos de Estados Unidos durante la pasada administración de Joe Biden, fueron siempre meras pantallas que no abordaron nunca el problema de fondo.

La migración descontrolada no es solo un problema dominicano; es un fenómeno global que exige soluciones sostenibles y justas. Sin embargo, no podemos ignorar el impacto devastador que tiene en nuestra economía, nuestra cultura y nuestra estabilidad social. Es hora de exigir una acción responsable por parte de la comunidad internacional y de nuestras propias autoridades para garantizar que las reglas sean justas para todos.





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