Guerra avisada no mata soldado

ElAvance | 21 octubre 2025

Por Orlando Jorge Villegas

Cuando el pronóstico anuncia lluvias intensas con nombre y apellido —como ahora con el fenómeno tropical Melissa— no toca hacerse el valiente ni improvisar: toca orden y disciplina. Desde mucho antes de ser una figura política, aun antes de ser candidato a diputado, en mis intervenciones en El Sol de los Sábados, cada vez que anunciábamos fenómenos de esta naturaleza u otras emergencias, repetía el mismo mensaje: la República Dominicana necesita un modo operativo preventivo, no reactivo. Vale a nivel de Estado, y lo mismo vale para la sociedad: prevenir salva vidas; reaccionar suele llegar tarde.

Tenemos un rasgo cultural que debemos reconocer para corregir: el dominicano tiende a confiar de más. Cuando empiezan las lluvias, muchos piensan “eso es otro aguacero”, y cuando menos lo esperamos, la sorpresa se vuelve catástrofe. Lo vivimos en noviembre 2022 y lo repetimos en noviembre 2023. Esa confianza mal entendida pesa tanto en las autoridades como en los ciudadanos. Por eso, ahora que se anuncian los efectos de Melissa, es crucial que el Estado active sin titubeos sus protocolos de mitigación y protección a los ciudadanos, y que la ciudadanía —principalmente— se cuide y evite colocarse en el medio de situaciones que pueden convertirse en tragedia.

¿Qué significa, en concreto, ser preventivos? Para las autoridades, significa asumir que la naturaleza no negocia: limpieza oportuna de drenajes; poda de árboles en riesgo; coordinación entre ayuntamientos, Obras Públicas, Defensa Civil y el COE; habilitación de albergues con antelación; y comunicación clara, simple y unificada. Significa también fiscalizar con firmeza: obras en curso aseguradas, pasos a desnivel y túneles monitoreados, ríos y cañadas vigilados, y alertas tempranas que se traduzcan en acciones claras y visibles.

Para los ciudadanos, ser preventivos es posponer lo prescindible y proteger lo esencial. Es no cruzar ríos ni cañadas “porque siempre lo hago”. No estacionarse bajo vallas, rótulos o árboles; no exponerse a áreas históricamente inundables, quedarse en casa si es posible. Es revisar tragantes en los residenciales, asegurar objetos sueltos en balcones y azoteas, cargar el celular y una linterna, mantener a mano los números de emergencia y seguir exclusivamente reportes de instituciones oficiales, no audios anónimos que se viralizan en los chats.

Lo he dicho por años y hoy lo reitero: un Estado que se anticipa y una ciudadanía que acata indicaciones forman la dupla que reduce riesgos. La “guerra visada”, esa amenaza prevista y explicada, no mata soldado; lo mata la arrogancia de creer que “a mí no me pasa”. Si actuamos ahora, el paso de Melissa será una anécdota de responsabilidad compartida y no otro capítulo de dolor evitable.