Francisco

ElAvance | 27 abril 2025

Por Carlos Pérez Tejada

La Iglesia Católica es, sin lugar a duda, una de las instituciones más influyentes y poderosas en la historia de la humanidad, con un alcance global, que no se limita a lo espiritual, sino que juega un papel importante a nivel político y social. En 2013, Jorge Mario Bergoglio entró al cónclave en el Vaticano siendo cardenal más, y salió bajo el nombre de Francisco, asumiendo el nuevo papado y el desafío monumental de llevar a la iglesia al siglo XXI.

Los retos de Francisco fueron enormes, empezando por adaptar y traer una institución milenaria a una nueva generación global, que está(ba) más informada, era (es) más crítica, menos inclinada a la fe tradicional, y hasta cierto punto, menos creyente.

También, asumió la dirección de la iglesia católica en medio de problemas internos y de imagen que manchaban la credibilidad de la institución de arriba abajo, como lo fueron los casos de corrupción y casos de abusos.

Pero su primer gran milagro fue su visión de derribar muros, dejar el aislamiento del Vaticano y construir puentes de diálogos y entendimiento.

El hombre que antes era conocido como Jorge Mario Bergoglio eligió perfectamente su nombre, y marcaría el paso de su misión y filosofía. San Francisco de Asís, fue conocido por su humildad y dedicar su trabajo en beneficio de los pobres y más necesitados. Como nuevo pontífice, Francisco, dejó la opulencia del Vaticano, abrazó una vida sencilla y cercana a la gente, y por sus acciones se ganó el título de “el papa del pueblo”.

Parte de su accionar se basó en no imponer doctrinas rígidas, sino en la conversación abierta, diálogo constante y discusión de temas que a veces eran incómodos y que las conclusiones nunca iban a satisfacer a todos.

Otro gran punto diferenciador de su papado fue la defensa del medioambiente. En 2015, publicó su encíclica “Laudato Si”, en la que motivaba y pedía a los católicos del mundo a tomar acción para reducir el impacto medioambiental, crear mejores prácticas y cuidar de nuestro planeta. Su mensaje se convirtió en referencia mundial.

Como todo ser humano, Francisco no estuvo exento de errores y contradicciones. Él mismo reconoció con humildad que la falibilidad es inherente a nuestra humanidad. Sin embargo, su legado trascenderá esos aspectos porque se enfocó en lo verdaderamente importante, la dignidad y el valor intrínseco del ser humano.

Hoy, tras haber partido hacia la casa del Señor, las ideas y la filosofía de Francisco permanecen vivas y relevantes. Su vida y papado nos enseñan a valorar lo esencial, a construir puentes en lugar de muros, y a poner siempre al ser humano en el centro de nuestras preocupaciones y acciones.

A continuación, algunas de sus frases para reflexionar:

  • “Quién soy yo para juzgar”, Francisco, 2013.
  • “El dinero tiene que servir, no gobernar”, Francisco, 2013.
  • “La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de basura”, Francisco, 2015.
  • “Prefiero una iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una iglesia enferma por encerrarse y aferrarse a sus seguridades”, Francisco, 2013.
  • “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la iglesia”, Francisco, 2015.
  • “Nadie se salva solo”, Francisco, 2020.
  • “La corrupción apesta, y una sociedad corrupta apesta”, Francisco, 2015.