El embarazo adolescente y la deserción escolar: el ciclo que condena a la pobreza

ElAvance | 25 abril 2025

A pesar de la reducción en las cifras de maternidad temprana en la República Dominicana, este fenómeno sigue afectando la continuidad educativa de jóvenes y adolescentes, perpetuando condiciones de vulnerabilidad económica y social.

La historia de María

María, (alias utilizado para proteger su identidad), abandonó su hogar a los 13 años para vivir con su pareja sentimental, un hombre de 25 años. Esto ocurrió a pesar de que la legislación dominicana, específicamente la Ley 136-03 del Código para la Protección de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, establece en su artículo 396 que las relaciones con menores de edad, cuando existe una diferencia de cinco años o más entre las partes, constituyen abuso sexual.

Pese a lo establecido por esta ley, en el caso de María no se produjeron consecuencias legales para el adulto involucrado. La relación se formalizó socialmente y, tras dos años de convivencia, procrearon su primer hijo.

Oriunda del sector Guaricano, en Santo Domingo Norte, María recuerda que todo comenzó con un fuerte mareo.Una vecina le sugirió realizarse una prueba de embarazo, y al no saber cómo hacerlo, acudió a una compañera de la escuela. Su amiga la ayudó, y al ver el resultado le dijo: “Estás embarazada”. Tenía 15 años.

Para María, la noticia no fue una sorpresa agradable. Su pareja le había asegurado que no era necesario usar métodos anticonceptivos porque él “tenía todo bajo control”. Tras la confirmación del embarazo, su pareja decidió terminar la relación. Sin recursos económicos, María regresó a casa de su madre, quien se sintió decepcionada por verla embarazada y sin concluir sus estudios.

María señaló que la falta de un diálogo abierto sobre educación sexual en su familia fue un factor determinante en su situación. A sus 17 años, se dedica exclusivamente al cuidado de su hijo. Aún no ha podido retomar sus estudios ni acceder a un empleo, pero sueña con terminar el bachillerato y emprender su propio negocio.

María (alias utilizado para proteger su identidad), junto a su bebé.

Un fenómeno extendido

Al igual que en el caso de María, las estadísticas reflejan una alta prevalencia de uniones tempranas. Según la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (ENHOGAR 2024), el 4.8 % de las mujeres de entre 20 y 24 años inició una unión antes de los 15 años, y el 24.9 % antes de los 18. Entre los hombres del mismo grupo, el 4.2 % estableció una unión antes de los 18 años.

La Oficina Nacional de Estadística (ONE) destaca que en la maternidad adolescente existe una marcada diferencia de edad entre madre y padre, que en muchos casos supera los 10 años. En 2024, la edad promedio de los hombres que embarazaron a adolescentes fue de 24.96 años.

El informe de UNFPA titulado Unión temprana y embarazo adolescente en la República Dominicana: Dos desafíos que persisten advierte que estas uniones están ligadas a embarazos no planificados, violencia de género y pobreza intergeneracional.

El caso de Esther

Esther (nombre ficticio) es otra adolescente afectada. A los 14 años, quedó embarazada tras iniciar su vida sexual con un compañero de clase. En su casa no se hablaba sobre sexualidad y, según relató, solo conoció los métodos anticonceptivos después de dar a luz.

También indicó que en la escuela nunca recibió orientación sobre educación sexual. Con la llegada del bebé, abandonó la escuela para trabajar en limpieza doméstica. El padre del bebé también dejó los estudios para trabajar en un taller de mecánica.

Ambos asumieron responsabilidades de adultos sin estar preparados emocional o económicamente, lo que refleja la falta de una educación integral en salud sexual y reproductiva.

Dimensión emocional del embarazo adolescente

En 2024, la ONE registró 17,846 embarazos en adolescentes. De estos, el 70.83 % correspondió a dominicanas, el 29.05 % a haitianas, y menos del 1 % a otras nacionalidades. El 95.43 % de los embarazos ocurrió en jóvenes entre 15 y 19 años.

Francis Báez, médico psiquiatra, afirmó que el embarazo adolescente representa una crisis emocional. Muchas adolescentes experimentan miedo, impotencia e inseguridad al enfrentar esta etapa sin preparación ni apoyo. Señaló que la falta de educación sexual es un factor determinante y que la familia debe ser un apoyo fundamental, no una fuente de rechazo.

Vínculo entre pobreza y embarazo adolescente

La pobreza es un factor clave. Según la ONE, las adolescentes de hogares pobres tienen un 48 % de probabilidad de formar una unión temprana, comparado con un 29 % en hogares con más recursos.

El informe de UNFPA resalta la fuerte relación entre pobreza, embarazo y uniones tempranas. Carlos Pardos, antropólogo, indicó que la desigualdad social y la falta de acceso a educación sexual agravan la situación, exponiendo a niñas a abusos y responsabilidades prematuras.

También enfatizó que el embarazo adolescente tiene consecuencias más severas para las mujeres, muchas veces obligándolas a dejar la escuela y aceptar empleos precarios o involucrarse en actividades ilícitas.

Garantizar la permanencia escolar: un deber del Estado

Según ENHOGAR 2024, el 17.9 % de las mujeres mayores de 10 años abandonó la escuela debido a un embarazo o una unión temprana. Cristina Rivera, orientadora del centro Emilio Prud’Homme, explicó que se sigue un protocolo para garantizar que las adolescentes embarazadas continúen sus estudios.

Esto incluye entrevistas, contacto con la familia, y apoyo psicológico y pedagógico. La meta es evitar la deserción escolar y asegurar que el embarazo no se convierta en una barrera insalvable.

Desafíos persistentes y soluciones estructurales

A pesar de políticas como la Ley 1-21 que prohíbe el matrimonio infantil, y la implementación de planes como la Política de Prevención y Atención a las Uniones Tempranas, el embarazo adolescente sigue siendo una de las principales causas de deserción escolar y exclusión social en República Dominicana.

República Dominicana mantiene una de las tasas más altas de embarazo adolescente en América Latina y el Caribe, lo que evidencia la urgencia de fortalecer la educación sexual, mejorar el acceso a servicios de salud reproductiva, y garantizar el acompañamiento integral a las adolescentes embarazadas.