El precio oculto de vivir conectados

ElAvance | 10 diciembre 2025

Carlos Uceta

Hoy en día casi todo lo hacemos desde el celular: pagamos, pedimos comida, buscamos rutas, chateamos y hasta trabajamos. Pero detrás de esa comodidad hay algo que muchas veces dejamos pasar: estamos entregando datos a cada rato, casi sin darnos cuenta.

Intercambiamos datos por rapidez

Cada app que instalamos pide permisos: ubicación, fotos, contactos… y uno le da “Aceptar” para salir rápido del paso. En República Dominicana esto ya es parte del día a día: bancos, deliveries, tiendas online y redes sociales piden más información de la que realmente necesitan. El detalle es que casi nunca pensamos qué pasa con todo eso.

Tus clics hablan más de lo que crees

Cada búsqueda, cada like y cada compra va armando un perfil sobre ti. Por eso, si buscas unos tenis, te aparecen anuncios de tenis por todos lados. No es casualidad: hay un negocio enorme detrás de entender lo que haces, lo que te gusta y lo que probablemente comprarías mañana.

Dónde se pierde la privacidad

Los equipos inteligentes escuchan, las cámaras graban, las apps rastrean y las redes sociales saben más de uno que muchos familiares. El riesgo aparece cuando esa información se filtra o cae en manos equivocadas. De ahí vienen muchos casos de phishing, suplantación de identidad y cuentas hackeadas.

¿Qué podemos hacer?

No se trata de apagar el teléfono, sino de usarlo con más cabeza. Pequeñas cosas ayudan mucho:

  • Revisar los permisos de las aplicaciones.
  • Activar la verificación en dos pasos.
  • Usar contraseñas distintas.
  • Evitar poner datos personales en cualquier formulario.
  • Mantener el celular actualizado.
  • Pensar dos veces antes de aceptar un permiso.

  • Al final…
    La privacidad no desapareció sola. La hemos ido entregando, poquito a poquito, a cambio de comodidad. En un mundo donde todo deja huella, aprender a cuidar nuestros datos es tan importante como cuidar cualquier otra pertenencia.