La política que nadie quiere ver

ElAvance | 28 noviembre 2025

Gabriel del Gotto

En este país casi todo el mundo sabe cómo quiere llegar al poder, pero casi nadie se atreve a explicar para qué. Primero se arma la candidatura y, si queda tiempo, se improvisa el país. Cuando la ambición viene antes que el sentido, lo que tenemos no es liderazgo, sino administración.

En República Dominicana no solo hay crisis de liderazgo, sino algo peor: crisis de relevo. Jefes sobran. Herederos no tanto. Tenemos un presidente que ha dicho que no buscará un tercer mandato y eso, en un país con nuestra historia, ya es revolucionario. Pero nadie quiere hablar en serio de la foto del día después. En el partido de gobierno se mira el calendario y las encuestas, casi nunca la pregunta de fondo: ¿quién tiene proyecto de país y no solo proyecto de candidatura?

La oposición no ofrece un cuadro mejor. El PLD sigue atrapado en la sombra de Danilo. La Fuerza del Pueblo es un partido construido alrededor de un solo nombre. El PRD se convirtió en un recuerdo con logo. No es falta de talento en las bases: es un sistema armado para que el liderazgo no se renueve, sino que se herede como finca.

Somos también un país de haraganes mentales. Nos entrenaron para adaptarnos, no para exigir. Nos indignamos un rato en redes, pero vivimos instalados en la pereza: queremos instituciones fuertes, pero seguimos resolviendo por tigueraje. Queremos liderazgos nuevos, pero cuando aparece alguien distinto lo primero que preguntamos no es qué propone, sino “¿con quién anda?”. Por eso nuestras elecciones son tan caras: lo que no se gana con propuesta se compra con dinero, y cuando todo depende del dinero se abre la puerta para que entren los peores.

El resultado es un país con instituciones en transición permanente y liderazgos en pausa. Gramsci lo describió hace un siglo: lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. En ese claroscuro crecen el cinismo, la antipolítica y los candidatos envueltos como productos de supermercado: mucho empaque, poca visión. Pedimos estadistas, pero premiamos al que mejor actúa en TikTok. Queremos cambio, pero que no nos cambie nada a nosotros.

Esta crisis no se resuelve con un solo nombre propio. Empieza por una verdad incómoda: ningún liderazgo es serio si no está formando a quien lo va a reemplazar. Presidentes que no piensan en el relevo, partidos que solo producen precandidatos y un empresariado que no suelta la silla forman parte del mismo problema.

Quien hoy sueñe con gobernar este país debería empezar por ahí: no por el eslogan, sino por la respuesta honesta a para qué quiere poder. La verdadera pregunta no es quién manda hoy, sino quién quiere gobernarnos mañana y con qué idea de país. Si no respondemos eso ahora, lo harán otros por nosotros. Y casi nunca son los mejores.