¿Por qué ser presidente?

ElAvance | 17 septiembre 2025

Carlos Pérez Tejada

El ex Primer Ministro de Inglaterra, Tony Blair, dice que “la visión sin poder es irrealizable, pero el poder sin visión es peligroso”. En su libro “Liderazgo: lecciones para el siglo 21, el británico deja claro que un líder no es solo un gestor del presente, sino un arquitecto del cambio y del futuro. La persona que le toque la gran responsabilidad tiene que tener una visión de saber en qué sectores serán los cambios, y tener una estrategia que le sirva de guía, a pesar de todos los tropiezos y circunstancias no planeadas que se le presenten en el camino.

Es común escuchar que “en la República Dominicana siempre se está en política”, y puede que este dicho sea una verdad que a veces, casi siempre, pesa. Aunque estamos tres años de las elecciones del 2028, el tablero político ha estado en movimiento. Con la decisión del presidente Abinader de no postularse nuevamente, acompañada del blindaje de la Carta Magna, se abrió el juego político con una sinceridad, y hasta desfachatez, poco común en nuestra historia reciente. Pero así funcionan las democracias; aunque en el juego de poder esto puede ser un acierto como una trampa.

La República Dominicana ha visto un desarrollo acelerado en lo que va del Siglo 21. En la región del Caribe y Latinoamérica nos reconocen por ser un ejemplo de desarrollo, progreso y estabilidad. Pero, seguimos con grandes retos por delante, que pueden ser vistos como oportunidades por aquellos que aspiran a “terciarse la ñoña”.

El gran reto que tienen todos aquellos que aspiran al poder es el de responder la pregunta: ¿Por qué quiero ser presidente?

Los aspirantes del oficialismo parten con ventaja, pero también con la carga de justificar ocho años de gobierno. La realidad de cómo opera la política le presenta una realidad de que no basta con repetir cifras ni prometer continuidad. El próximo candidato del PRM debería de responder con honestidad sobre los temas que aún quedan pendientes y cuál será su sello distintivo. Porque aunque se herede el poder, este debe de reinterpretarse y darles sentido en un nuevo contexto.

Mientras que la oposición, quien quizás la tiene “más fácil”, por eso de que atacar es más fácil que defenderse, pero está divorciada y no ha presentado un discurso convincente, ni sus principales figuras, viejas y nuevas, no terminan de fijar posición sobre temas importantes. La era digital ha impulsado esa idea de lo políticamente correcto y de intentar complacer a todos. Lo cual simplemente es un franco error.

La gente, el dominicano, quiere saber ¿qué proponen?, ¿cómo mejorarán la educación, los tapones, el cambio climático?, ¿van a tocar una reforma fiscal? Pero sobre todo, ¿en qué creen? Porque los electores, en especial los jóvenes, ya no votan por partidos, sino por causas y coherencia, por visión.

Los líderes de Naciones les toca, no por elección, tomar decisiones impopulares con visión de futuro. Roosevelt en Estados Unidos cuando impulsó el “New Deal” es un excelente ejemplo. Al igual que el sistema tributario impuesto por el presidente Salvador Jorge Blanco. Unas medidas cuestionadas, pero que transformaron sociedades y países para mejor. Los gobiernos más recordados no son los que buscaron aplausos, sino los que, como cirujanos, hicieron lo necesario aunque doliera.

En la política, como en la vida, tener una brújula clara es más importante que tener un mapa detallado. El reto que tienen los aspirantes a dirigir a los dominicanos es el de definir y comunicar cuál es su norte y lo que ofrecen. Porque liderar no es solo ganar unas elecciones, sino ser recordado como alguien que supo interpretar su tiempo y situaciones, y actuar en consecuencia.