No hay espacio para los muertos: cementerios municipales a su máxima capacidad

Ruth Encarnacion | 16 septiembre 2025

Santo Domingo, RD.-Los principales cementerios del Gran Santo Domingo han llegado a su capacidad máxima, lo que representa un enorme desafío, ya que mientras la ciudad crece hacia arriba y a los lados, estos lugares, que rara vez forman parte del debate urbano, se enfrentan a una crisis silenciosa; el espacio se acaba, y nadie parece estar preparado para lo que viene.

En el Gran Santo Domingo, demarcación en la que viven casi 4 millones de habitantes, hay 17 camposantos, siendo los 3 principales el Cementerio Nacional de la avenida Máximo Gómez, el Cristo Redentor y el Cristo Salvador.

Aunque este informe se enfoca en los panteones de la provincia Santo Domingo y el Distrito Nacional, esta problemática también se registra en otros puntos del país, por lo que autoridades de diversas localidades han solicitado al presidente Luis Abinader disponer la expansión de los cementerios debido a que ya no tienen donde sepultar a sus muertos.

El testimonio de José Antonio Sánchez revela la cruda realidad que enfrentan las familias de escasos recursos al momento de dar el último adiós a un ser querido. Más allá de los elevados gastos, el principal obstáculo es físico: simplemente ya no hay espacio por donde pasar.

Sánchez relata que, cuando le tocó el difícil momento de enterrar a su hija en el cementerio Cristo Salvador, ubicado en el municipio Santo Domingo Este, vivió una verdadera odisea. “Los caminos han desaparecido porque las tumbas están demasiado pegadas unas a otras. En muchos casos, para llegar al lugar del entierro, hay que caminar encima de otras sepulturas en estado de deterioro. Cualquiera puede caerse”, explicó.

Con evidente tristeza en su rostro, recordó: “Para yo sepultar a mi hija, tuve que hacer una travesía, y hasta me caí. Si esto sigue así, los muertos van a tener que venir solos a enterrarse”.

Arrendamientos de tierra

El arrendamiento de tierra es la única alternativa para las familias que no poseen terrenos adquiridos en los cementerios municipales. Esta modalidad está regulada por la Ley Municipal 176-07, que establece plazos de arrendamiento que oscilan de 5 a 9 años.

Durante ese período, los familiares deben pagar un impuesto anual destinado al mantenimiento de las áreas verdes de los camposantos. Sin embargo, según el artículo 45 del reglamento de los cementerios, la responsabilidad directa del mantenimiento y buen estado de las tumbas recae sobre los familiares del fallecido.

A pesar de esta normativa, la realidad es que ya no quedan espacios disponibles en los cementerios públicos del GSD, siendo la excepción el que está ubicado en Los Alcarrizos, que se ha convertido en el único desahogo para las sepulturas en el territorio más densamente poblado de todo el país, no obstante, el lugar no ha sido declarado de utilidad pública.

Cementerio Cristo Salvador

Inaugurado en 1990, el Cementerio Cristo Salvador ha alcanzado su capacidad máxima. Hoy, la imagen que presenta es de evidente deterioro: maleza que cubre las lápidas, caminos intransitables, y cientos de tumbas en estado de abandono describen una realidad alarmante.

Su administrador, Yanauri Gómez, confirmó la crisis de espacio que enfrenta el lugar, el único que permanece activo en Santo Domingo Este. Según explicó, recibe más de 20 sepelios diarios, no solo de esta demarcación, sino también de municipios como Santo Domingo Norte, el Distrito Nacional, La Caleta, Boca Chica, Guerra y San Luis.

Gómez señaló que sepultar a una persona que no cuente con un nicho previamente adquirido se ha convertido en una tarea complicada. “Recibimos presión de juntas de vecinos, pastores, e incluso de regidores que nos traen casos desde sus comunidades. No hay espacio, pero hay que resolver. ¿Quién aguanta el mal olor de un muerto?”, expresó.

Ante la situación crítica, el alcalde de SDE, Dio Astacio, ya ha solicitado formalmente al presidente de la República la creación de un nuevo cementerio para el municipio, resaltando la urgencia del caso.

Como medida temporal, la alcaldía ha comenzado a recuperar nichos abandonados o en situación irregular. Apegándose al artículo 45 del reglamento municipal, se han retomado al menos 46 espacios cuya concesión ha vencido o ha sido incumplida por los familiares, y se han puesto nuevamente a disposición de la ciudadanía.

Cementerio Cristo Redentor

Inaugurado en 1973, el Cementerio Cristo Redentor es uno de los más emblemáticos de todo el país. Sin embargo, hoy enfrenta una realidad alarmante: ya no cuenta con espacios disponibles para nuevos entierros. Según confirmó su administrador, Marco Mejía, el cementerio ha alcanzado su capacidad máxima en cuanto a terrenos disponibles, por lo que actualmente solo se permiten sepelios de personas cuyas familias ya poseen nichos adquiridos.

Las opciones de arrendamiento por períodos de 5 a 9 años también han colapsado. Aunque Mejía señala que el cementerio está técnicamente al 80 % de su capacidad, en la práctica ya no puede recibir más fallecidos sin nichos previos, por lo que los nuevos entierros están siendo redirigidos al camposanto improvisado de Los Alcarrizos, que por el momento es el único con espacio disponible en todo el Gran Santo Domingo.

La saturación del Cristo Redentor y de otros lugares destinados al entierro de personas pone de relieve la urgencia de replantear cómo el país maneja sus espacios para el descanso final.

Cementerio Nacional

El Cementerio Nacional de la avenida Máximo Gómez, inaugurado en 1942 con una extensión de 244,266 metros cuadrados, ya no recibe nuevos sepelios, sin importar la emergencia sanitaria o humanitaria que pueda presentarse.

Desde hace más de 10 años, este camposanto solo permite el entierro de personas que poseen nichos previamente adquiridos, ya que la disponibilidad de terrenos para arrendamiento colapsó por completo.

Este escenario refleja una realidad crítica y desatendida en la capital, donde los cementerios municipales enfrentan una saturación absoluta. Ante esto, surge una interrogante urgente: ¿quién está prestando atención a esta crisis silenciosa? ¿Cuáles serán las medidas que adoptará el país ante una situación que podría convertirse en un problema sanitario y social de grandes proporciones?

Cementerio de Los Alcarrizos

Actualmente, el cementerio de Los Alcarrizos es el único en todo el GSD con espacio disponible para sepultar fallecidos, y ya supera las 10,000 personas enterradas. Sin embargo, este camposanto enfrenta un grave problema legal y administrativo: aún no ha sido declarado de utilidad pública.

A pesar de su creciente uso, no está bajo la administración de la Alcaldía Municipal, sino que es gestionado por un patronato, lo que implica que opera sin la debida legalidad y supervisión del Estado.

Este cementerio improvisado se ha convertido en el desahogo de los principales cementerios de la capital y los municipios que conforman la provincia Santo Domingo, pero plantea una pregunta crítica: ¿quién lleva el control de lo que allí ocurre? Esto se vuelve aún más preocupante si se considera el rápido crecimiento poblacional del municipio Los Alcarrizos.

Frente a esta situación, autoridades locales, como el regidor Rafael Hernández “Leñita”, han hecho un llamado urgente al presidente Luis Abinader para que este camposanto sea declarado como entidad pública y pase a ser gestionado oficialmente por la Alcaldía. Hernández advirtió que seguir sepultando cuerpos de todo Santo Domingo de manera ilegal, sin planificación ni regulación, podría derivar en una crisis aún mayor para el municipio en los próximos años.

Gasto para sepultar un fallecido

Para una familia de ingresos limitados, sepultar a un ser querido se ha convertido en una experiencia caótica, frustrante y emocionalmente desgastante. En muchos casos, el elevado costo que implica el proceso impide incluso que los dolientes vivan su duelo con dignidad.

Adquirir un terreno y mandar a construir un nicho en un cementerio municipal puede costar desde seiscientos mil hasta más de tres millones de pesos, dependiendo del espacio, la ubicación y el tipo de construcción, según explicaron a El Avance personas ligadas a este negocio.

A esto se le suman los impuestos establecidos por las alcaldías, los cuales varían según las resoluciones municipales vigentes.

De acuerdo con un empleado de una de las constructoras que operan en los cementerios del Gran Santo Domingo, sepultar en tierra bajo la modalidad de arrendamiento —una opción común para quienes no tienen terrenos comprados— implica un gasto que oscila entre RD$15,000 y RD$18,000. En cambio, optar por un nicho digno puede elevar el costo entre RD$35,000 y RD$50,000, sin incluir impuestos municipales.

El impuesto por arrendamiento ronda los RD$1,125, dependiendo del cementerio y la resolución correspondiente, mientras que el mantenimiento anual del espacio tiene un costo aproximado de RD$1,040.

Es momento de que la República Dominicana mire hacia las soluciones que ya han sido implementadas con éxito en otros países. Entre ellas:

  • La cremación, una alternativa económica, higiénica y ecológica, que reduce el uso del suelo y ofrece nuevas formas de recordar a los seres queridos sin recurrir a estructuras tradicionales de enterramiento.
  • Los parques memoriales o cementerios verticales, donde los restos se colocan en estructuras más compactas y organizadas, brindando un entorno más armonioso y sostenible.
  • La digitalización del registro de nichos, permitiría una mejor administración de los espacios existentes y evitaría pérdidas, usurpaciones o reutilizaciones no reguladas.
  • La descentralización de los servicios funerarios, para evitar que todo el peso recaiga sobre unos pocos cementerios del Gran Santo Domingo.

Aunque existe la alternativa de los panteones privados para que las personas puedan sepultar dignamente a sus seres queridos, como el cementerio Parque del Prado o Puerta del Cielo, lo cierto es que, por sus costos -entre 80 mil y 300 mil pesos, estas opciones no están al alcance de la mayoría de la población.

El colapso de los camposantos en el Gran Santo Domingo no puede seguir siendo ignorado. La falta de planificación, el abandono institucional, y la inexistencia de una política pública clara sobre los servicios funerarios han dado lugar a una crisis que pone en riesgo no solo la dignidad humana, sino también la salud pública y el medio ambiente.