El calor, la luz y las áreas verdes; la factura de un Ministerio ausente

ElAvance | 25 agosto 2025

Por Franklin Valdez

Santo Domingo amanece hoy con 26 °C, pero en pocas horas rozará los 32 °C. No es noticia que la ciudad esté caliente: lo nuevo es que cada grado adicional en el termómetro arrastra consigo millones de pesos en consumo eléctrico. El país rompió récord en 2024 con más de 22,600 GWh de demanda y un pico histórico de 3,860 MW. El propio presidente Luis Abinader lo admitió: en cinco años hemos pasado de 2,730 MW a casi 4,000 MW.

El discurso oficial apunta a tres factores inmediatos: más calor, mantenimientos programados y el sargazo que golpea plantas costeras. Pero hay un cuarto factor, el más incómodo, del que poco se habla en las ruedas de prensa: la deforestación y la incapacidad del Ministerio de Medio Ambiente de hacer cumplir las regulaciones.

El Ministerio que mira hacia otro lado

“Según el monitoreo de Global Forest Watch, en el año 2024 la República Dominicana perdió alrededor de 11,500 hectáreas de bosque natural, lo que representa el 99 % de la cobertura arbórea perdida en ese período.”. El 99 % de la pérdida forestal en este período ocurrió en áreas naturales protegidas o de alto valor ecológico. Y aunque los datos están ahí, la respuesta oficial ha sido tímida, reactiva, con más comunicados que operativos.

El Ministerio de Medio Ambiente ha fallado en tres puntos críticos:

1. Regulación débil: permisos flexibles y poco transparentes que permiten la expansión agrícola y minera en zonas de bosque.

2. Supervisión deficiente: operativos puntuales que no atacan redes completas de tala y carbón ilegal.

3. Falta de planificación territorial: ausencia de políticas efectivas para equilibrar producción, conservación y urbanización.

El resultado es un territorio cada vez más expuesto: menos bosque significa menos agua en presas, menos generación hidroeléctrica y más calor urbano. Esa es la base real de la crisis eléctrica.

El círculo vicioso: calor, demanda y deforestación

– Más calor: Santo Domingo pasó de máximas promedio de 31.4 °C en 2010 a 32.8 °C en 2023.
– Más demanda: la población responde con aires acondicionados y ventiladores, llevando el sistema al límite.
– Menos bosque: la pérdida de cobertura forestal debilita las cuencas hídricas y obliga a depender de plantas térmicas más caras.

El Ministerio de Medio Ambiente debería ser el primero en advertir que la deforestación es un factor energético. Pero hasta hoy, su voz ha sido marginal en la conversación nacional sobre energía y cambio climático.

La factura social de un Ministerio ausente

Ese 9 % de déficit que no se cubrió en los picos críticos en 2024 no es un número técnico: son barrios sin luz, hospitales con plantas al límite, aulas convertidas en hornos. Cada apagón en una ola de calor es responsabilidad compartida, pero el Ministerio de Medio Ambiente carga con la culpa estructural: permitir la degradación de nuestros bosques y cuencas es permitir que el sistema eléctrico sea cada vez más vulnerable.

Una agenda que empieza en Medio Ambiente

El gobierno puede anunciar 600 MW adicionales y nuevas plantas, pero si Medio Ambiente no cambia su enfoque, seguiremos parchando síntomas. La agenda nacional debe comenzar allí:

1. Reforestación obligatoria y vinculante en cuencas críticas, con metas anuales verificables.

2. Cero tolerancia a permisos irregulares en áreas protegidas.

3. Fiscalización permanente con drones, satélites y brigadas locales.

4. Ordenamiento territorial con dientes legales, no recomendaciones.

5. Integrar energía y medio ambiente: que cada política eléctrica tenga respaldo ambiental y viceversa.

El récord eléctrico no es un accidente técnico ni un castigo climático inevitable. Es la consecuencia de un Estado que ha dejado que el calor avance, que la demanda crezca sin control y que los bosques se talen frente a un Ministerio de Medio Ambiente complaciente.

El presidente puede sumar megavatios y anunciar plantas nuevas, pero mientras Medio Ambiente siga ausente, el país seguirá pagando la factura más cara: calor insoportable, apagones recurrentes y un futuro energético en permanente crisis.