Pedigüeños, estafas y demás yerbas aromáticas

Martin Severino | 14 agosto 2025

Por Martín Severino

Con el pasar de los años y la llegada de los nuevos tiempos, se ha vuelto común ver las diferentes modalidades de estafa que se han registrado en el país y que involucran a personajes que han llegado incluso a gozar de una popularidad inmensa, y tras ver caer sus sistemas de engaño, han sido perseguidos por sus víctimas y no para darles consejos.

Desde Wilkin García Peguero, alias “Mantequilla”, hasta Emmanuel Ledesma, y sin dejar de pasar, por supuesto, por Jairo González, muchas han sido las estructuras a través de las cuales cientos de dominicanos han sido estafados.

Pero tal y como dice el título: “…y demás yerbas aromáticas”, es notorio ver en las principales avenidas a personas que, haciendo uso incluso de la religión, se dedican a engañar a nobles dominicanos con artimañas de venta de supuestos boletos pro-fondos para iglesias que no existen y que terminan en sus bolsillos para fines muy alejados a los que describen al abordar a una persona.

Otros aseguran estar “quedados” y solicitan pasaje para poder llegar a sus destinos, que al final terminan siendo “cuentos de camino” y ese dinero lo utilizan para “darse vida”, como dicen los dominicanos.

Lo peor es que estos modelos de estafas siguen en aumento de manera incontrolable, y estos timadores han llegado a un punto donde incluso han hecho presencia en el metro, hospitales, plazas públicas y centros comerciales.

Lo peor de todo es que otra de las formas de estafas está siendo desarrollada por jóvenes que, vestidos de jugadores de béisbol, se acercan a las personas a solicitar supuestos pasajes para llegar al play a recibir el entrenamiento que les permitirá “convertirse en las estrellas del béisbol del futuro”.

Lo que sí es una realidad es que aún en el país hay ciudadanos que andan con el arco encima del hombro y usando taparrabos, que se dejan engañar y creen en las viles mentiras de personas que se niegan a asumir responsabilidades laborales y que prefieren vivir del otro.

Esta práctica, que es evidentemente notoria, se reproduce día tras día en la cara de las autoridades, pero es deber del ciudadano despertarse y reconocer que estas son prácticas engañosas de personas que literalmente quieren vivir “del más pendejo”.