Conspiración

ElAvance | 11 julio 2025

Edgar Raffa

Hace unas semanas salió a la luz, en la tumultuosa escena política colombiana, un nuevo capítulo que parece sacado de la popular serie de Netflix House of Cards. Se trata de un presunto plan del ex canciller de Colombia, Álvaro Leyva —quien formó parte de la administración oficialista—, para dar un golpe de Estado al presidente Gustavo Petro.

La felonía, según la investigación, revela conversaciones del ex canciller en las cuales estaría planeando el derrocamiento de Petro, con el apoyo de contactos del Partido Republicano de Estados Unidos. Tras la caída del mandatario, asumiría la vicepresidenta Francia Márquez. Todo incluiría detalles escabrosos, como la creación de un escenario interno y externo que obligara a la renuncia del jefe de Estado.

Las conversaciones detallan todo el plan, y en ellas se oyen expresiones como: “A este hombre hay que sacarlo”. Leyva se ha mostrado evasivo en sus respuestas sobre el asunto, pero tampoco oculta su deseo de ver al presidente de línea izquierdista fuera del poder. El simple hecho de considerar esa vía por venganza personal o por diferencias ideológicas no debería tener cabida en una democracia.

Aunque Petro ha sido en muchas ocasiones poco profesional en su manejo del Estado, su salida solo debe producirse por la vía institucional, a menos que cometa actos que violen las leyes y la Constitución de Colombia.

La democracia debe siempre prevalecer. Los tiempos de estas tácticas deben quedar atrás y permitir que los colombianos vivan los procesos de transición de manera institucional, no mediante triquiñuelas.