Un giro de 360 grados 

Victor Herasme | 18 febrero 2025

En el escenario político y mediático de la República Dominicana, las acusaciones de corrupción han sido utilizadas como armas recurrentes tanto por dirigentes de organizaciones partidarias, como por aquellos que tienen el privilegio de expresar sus opiniones a través de un micrófono.

Durante décadas, las denuncias han sido lanzadas con ligereza, sin aportar nunca las pruebas necesarias para sustentar tan graves imputaciones. 

Recientemente, un curioso giro del destino puso en el centro de la controversia a periodistas que en el pasado reciente hicieron uso de esta práctica para desacreditar a importantes figuras de la pasada gestión gubernamental.

Se trata de comunicadores de reconocida trayectoria, quienes fueron objeto de señalamientos con el alegato de recibir fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), con la supuesta finalidad de promover agendas contrarias a los intereses nacionales y orquestar una campaña mediática en contra del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Desde el principio dudé de la veracidad de esa acusación y resultó ser así, ya que el comunicador que la originó no le quedó otro camino que retractarse.

No obstante, no deja de ser cierto que muchos de los periodistas que ahora fueron señalados, en su momento, fueron fervientes acusadores de dirigentes del partido morado, a quienes imputaban abiertamente de cometer serios actos de corrupción, pero otra vez, sin aportar el correspondiente soporte.

Este patrón no es nuevo. En los años 80 y 90, el propio PLD, (que ahora se queja), cayó en el mismo juego. Antes de alcanzar el poder, en su discurso opositor, los morados llegaron a dividir el país entre "peledeístas y corruptos", impulsando campañas como el "Álbum de la Corrupción" y popularizando apodos despectivos como "Gatobo" para referirse a Jacobo Majluta, candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1986.

La realidad es que esta cultura de señalamientos sin pruebas ha permeado a todos los sectores. Con la irrupción de las redes sociales, "ladroniar" y desacreditar sin fundamentos se ha convertido en un deporte nacional. Hoy estamos en un punto en el que los que antes se sintieron moralmente superiores y lanzaban acusaciones contra tiririmundati, se vieron en la incómoda posición de ser los acusados.

Es momento de una reflexión profunda como sociedad. No se puede seguir utilizando la corrupción como un simple recurso político para desacreditar adversarios o a cualquiera que a alguien se le ocurra, sin evidencia concreta. 

Si bien es fundamental exigir transparencia y rendición de cuentas, también lo es garantizar que los señalamientos sean respaldados por pruebas sólidas. Acusar alegremente sin ningún fundamento no puede depender de lo que fulano dijo o de conveniencias políticas del momento. 

Lo que está ocurriendo actualmente en la República Dominicana hace recordar dos frases de dos canciones de dos íconos, casualmente los dos argentinos y ambos fallecidos, Sandro de América y Leonardo Favio. 

“Al final la vida sigue igual” y “El mundo sigue girando, girando y nadie lo puede parar”. Dos temas que se contradicen y al mismo tiempo se complementan.

La rueda ha girado 360 grados y ha aplastado a todo el mundo…ojalá aprendamos la lección.