Hoy se conmemora el 23º aniversario de la caída del vuelo 587 de American Airlines que dejó 273 víctimas

Estados Unidos.- Este martes se conmemora el 23º aniversario del trágico accidente del vuelo 587 de la aerolínea American Airlines, que cubría la ruta entre Nueva York y Santo Domingo. El 12 de noviembre de 2001 este vuelo se estrelló poco después de despegar del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, dejando 273 víctimas fatales.

Hasta la fecha, esta catástrofe sigue siendo una de los peores en la historia de Estados Unidos; el desastre cobró la vida de las 260 personas a bordo (la mayoría dominicanos) y de 5 más en tierra, al estrellarse el avión en el barrio de Rockaway, en Queens, Nueva York.

El accidente ocurrió en un momento crítico, solo dos meses después de los atentados del 11 de septiembre, cuando las medidas de seguridad aérea en EE. UU. se habían reforzado considerablemente.

El vuelo 587, un Airbus A300 con 13 años de servicio, despegó a las 9:14 a.m. con destino a Santo Domingo, República Dominicana. La tripulación estaba compuesta por el comandante Ed States y el copiloto Sten Molin. Solo un minuto después del despegue, el avión atravesó una turbulencia de estela causada por un Boeing 747 de Japan Airlines, que había despegado poco antes. A pesar de estar entrenados para enfrentar este tipo de situaciones, el copiloto intentó corregir la trayectoria del avión moviendo el timón, lo que generó un fallo catastrófico. En pocos segundos, el empenaje vertical del avión se desprendió y el avión perdió el control, estrellándose contra el suelo y destruyendo varias casas en su caída.

La investigación posterior, realizada por la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), determinó que la pérdida del "empenaje" o alerón vertical fue causada por un esfuerzo excesivo en la maniobra de corrección de la aeronave. Esta tragedia se convirtió en el segundo peor accidente aéreo en la historia de Estados Unidos, solo superado por el vuelo 191 de American Airlines, ocurrido en 1979.

Hoy, más de dos décadas después, el accidente del vuelo 587 sigue siendo un recordatorio de los riesgos inherentes al transporte aéreo y la necesidad constante de mejorar la seguridad. Las 273 vidas perdidas, tanto en el aire como en tierra, son un legado trágico que continúa impulsando la investigación y la implementación de mejores protocolos en la aviación mundial.