Claudia Sheinbaum hace historia este martes al juramentarse como la primera presidente de México

El presidente dominicano Luis Abinader se encuentra en México para asistir a la toma de posesión.

Claudia Sheinbaum se juramenta como presidenta de México este martes, marcando un hito al convertirse en la primera mujer en ocupar este cargo en el país.

La exalcaldesa de Ciudad de México, de 62 años, asumirá en medio de un contexto complicado por la violencia del crimen organizado, que ha dejado más de 450,000 asesinatos desde 2006.

La ceremonia de toma de posesión contará con la presencia de varios dignatarios internacionales, incluido el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden.

Sin embargo, el rey Felipe VI de España no asistirá, tras una controversia por su rechazo a la invitación debido a acusaciones de no reconocer el daño histórico causado a los pueblos originarios durante la colonización.

Sheinbaum, quien ha enfatizado que “es tiempo de mujeres y de transformación”, heredará de su mentor, López Obrador, una agenda de reformas enfocadas en ayudar a los más pobres, aunque enfrentar desafíos urgentes como la seguridad y la política exterior.

A pesar de su enfoque en los derechos de las mujeres, algunos expertos advierten que tener una presidenta no garantiza que estos asuntos sean prioritarios.

En el ámbito de la seguridad, Sheinbaum mantendrá la polémica estrategia de “abrazos, no balazos”, que busca abordar las causas sociales de la criminalidad. Sin embargo, se espera que ajuste este enfoque para hacerlo más eficaz.

Además, deberá manejar la reciente reforma judicial que permite elegir a todos los jueces por voto popular, lo que ha suscitado preocupación entre críticos y potenciales inversores.

A pesar de las tensiones inherentes, se anticipa que mantendrá relaciones sólidas con Estados Unidos, independientemente del resultado de las elecciones presidenciales allí. Con una posición pragmática, Sheinbaum se presenta como una líder fuerte que podría tomar un rumbo menos confrontativo que su predecesor.